Sobreviviente... testigo distante. Alguien que pareciera ver su propia vida, desde afuera, como alguien que ya no está presente.
¿Donde esta mi corazón? ¿Donde están mis sueños? ¿Se los llevó el frío de la derrota? ¿Los robó el olvido o la indiferencia?
¿Vivo... por vivir?... ¿Y el amor? Perdiste la esencia en medio de la prisa. Corriendo en linea recta hacia un objetivo difuso, confuso, disuelto en un horizonte de un desierto que encandila la mirada.
El desierto, cruel e ineludible. Obstáculo natural de mi existencia. Te atraviesa y lo atraviesas. Tan real, sublime y asfixiante, Limpio el sudor de mi frente. La arena no se inmuta, ajena a mi pesar se extiende y me envuelve con su abrazo fugaz.
Arena... compañera fiel de las tristezas de los navegantes y caminantes errabundos. Dime una pista, dame un ligero esbozo del próximo destino, preguntale al viento si oyó mencionar mi nombre a las aves que migran por la vida.
Noche... ¿Ocultaste hoy la luna a propósito? No quieres que vea las estrellas que guiñan sus grandes ojos, como queriendome decir algo, un secreto con señales de humo. No quisiste que la luna me hiciese compañia. Tal vez pensaste que necesitaba estar solo, pero ya el día seco fue suficiente.
El desierto alberga mi tienda y trato de abrigarme un poco. Al fondo escucho un grupo de gente que se aleja...transeúntes, algunos niños que ríen, un perro que los sigue. Se alejan...hoy extrañé a la luna.
Arena.. arrancas mis lágrimas, pero no te guardo rencor. Agradezco al sol que secó las esperanzas viejas, pues los retoños han logrado florecer.
Es madrugada y un ligero rocío toca a mi tienda, despertándome. Parto de aquel lugar. Camino otro poco, paso a paso, anhelo el agua otra vez. Miro al cielo y una nube presagia que más allá de la oscura noche, existe una fuente que saciará mi sed.
Camino otro poco más...
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