Cuesta aceptar que soy débil, débil en extremo.
Y todo esto por un chip malsano arraigado en mi cerebro.
Testigo falso, que miente a diario
Que dice: eres bueno, perfecto...¡Y yo lo celebro!
Pero al final del día, cansado y marchito
recuerdo mi brevedad, mi debilidad, mi torpeza
el orgullo me engaña, me seduce y embriaga
clavando el puñal de la necedad con sutileza
La vanidad inevitable se expone, vil y cruda
lo superficial como un cáncer perverso carcome
y extiende sus tentáculos de planta parásita
me asfixia hasta el alma que grita muda
Cuesta aceptarlo, mi debilidad es latente
condición que humilla a ésta ave de paso,
la dura cerviz que el tiempo doblega
Soy visitante frágil que lleva el ocaso
Reconozco que nada soy y que nada poseo
lo único que queda es mirar al cielo
aprehender sabiduría derritiendo el hielo
de este corazón duro es mi mayor deseo
Aún las flores en su frágil esencia
Son dignas de existir, así sea un instante
la hermosura se esconde en la humilde presencia
de aquel que reconoce su pequeñez constante
Me ha costado aceptarlo, soy un ser pasajero
guardo la esperanza en un cofre amado
de encontrar la luz al final del sendero
encontrarme contigo, estar a tu lado
Bienaventurado el que reconoce sin pérfida malicia
que nada necesita, que nada codicia
Quien agradece el privilegio de solo vivir
Aquel está preparado para un digno morir
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