Amanece
y estás despierto en otro año. SIn pedirlo, sin solicitarlo, sin
embargo, la vida te da otra oportunidad. Podría ser otro día mas, como
cualquiera. O podría ser el inicio de una nueva aventura. La vida tiene
muchos finales pero también nuevos inicios, y los inicios son la
oportunidad para llenarnos de ideales, de proponer cosas diferentes, de
crear, de planear, de saber que podemos hacer las cosas de otra manera.
La sombra del fracaso es tan solo eso, un espejismo que quedo anclado en los sucesos del año anterior. Un año que, como cualquiera, tiene altibajos, impases, tristezas y alegrías. Pero cuando pasas la página del año anterior, está en tus manos hacer que el siguiente sea algo diferente. No porque las constelaciones así lo dictaminen, sino porque tú así lo has decidido. Pues son las decisiones, las que sin lugar a dudas, nos van trazando la ruta, una ruta con mucha incertidumbre, por nuestra propia realidad humana: somos seres débiles, no conocemos el futuro. Pero lo podemos intuir, lo podemos proyectar y le podemos inyectar esperanza.
No sabemos que depara el mañana. Por experiencia, ya sabemos, que vamos a pasar por situaciones difíciles, por dificultades, sentiremos en ocasiones desmayar. Ya tenemos la experiencia de saber que esta vida en sí misma es lo suficientemente complicada, para que los "buenos deseos de la publicidad" nos lleguen a confundir. Bueno, a algunos sí. Algunos bolsillos vacíos sí. Pero el caminante experimentado sabe que sus pies sentirán eventualmente las espinas, pero tambíen ha escuchado el silencio de un bosque lleno de hojas secas.
La esperanza nos dice, sin embargo, que a pesar del mal hay noticias buenas que se esconden tras las nubes oscuras. La esperanza nos llama, susurrándonos en medio del ruido de la ciudad caótica, que un nuevo día viene. Las sombras del temor quedaron ancladas al año anterior, pero tú decides si te quedas anclado también. El caminante experimentado, el caminante de mil batallas, sabe que debe apresurar su paso. Amanece, recoge su lecho y sigue su travesía. Sabe que su destino está hacia adelante y que es necesario levantarse, no quedarse postrado. Tal vez sus piernas están cansadas, pero no es su cuerpo quien lo lleva únicamente sino el anhelo que palpita vivo dentro de su corazón. Es el sueño de que mañana será un dia mejor. Que mañana habrá esperanza para la humanidad.
El caminante experimentado, aquel que no ha bajado su mirada, solo para evadir las rocas y las trampas del camino, quien se ha trazado una ruta (o las rutas que sean necesarias) para llegar a su destino final. Este caminante, no se rinde tan fácil, lucha hasta el fin.
Amanece de nuevo, luego de dormir bajo el arrullo de la brisa en medio del bosque, bajo el gran árbol que se mece tranquilamente. Algunas hojas caen sobre mi rostro. Me despiertan junto con la luz que atraviesa las copas de los árboles. Los pajarillos madrugaron a buscar su provisión. Yo tan solo me levanto, bebo agua, recojo mi mochila y avanzo por el sendero.
Es otro día.
La sombra del fracaso es tan solo eso, un espejismo que quedo anclado en los sucesos del año anterior. Un año que, como cualquiera, tiene altibajos, impases, tristezas y alegrías. Pero cuando pasas la página del año anterior, está en tus manos hacer que el siguiente sea algo diferente. No porque las constelaciones así lo dictaminen, sino porque tú así lo has decidido. Pues son las decisiones, las que sin lugar a dudas, nos van trazando la ruta, una ruta con mucha incertidumbre, por nuestra propia realidad humana: somos seres débiles, no conocemos el futuro. Pero lo podemos intuir, lo podemos proyectar y le podemos inyectar esperanza.
No sabemos que depara el mañana. Por experiencia, ya sabemos, que vamos a pasar por situaciones difíciles, por dificultades, sentiremos en ocasiones desmayar. Ya tenemos la experiencia de saber que esta vida en sí misma es lo suficientemente complicada, para que los "buenos deseos de la publicidad" nos lleguen a confundir. Bueno, a algunos sí. Algunos bolsillos vacíos sí. Pero el caminante experimentado sabe que sus pies sentirán eventualmente las espinas, pero tambíen ha escuchado el silencio de un bosque lleno de hojas secas.
La esperanza nos dice, sin embargo, que a pesar del mal hay noticias buenas que se esconden tras las nubes oscuras. La esperanza nos llama, susurrándonos en medio del ruido de la ciudad caótica, que un nuevo día viene. Las sombras del temor quedaron ancladas al año anterior, pero tú decides si te quedas anclado también. El caminante experimentado, el caminante de mil batallas, sabe que debe apresurar su paso. Amanece, recoge su lecho y sigue su travesía. Sabe que su destino está hacia adelante y que es necesario levantarse, no quedarse postrado. Tal vez sus piernas están cansadas, pero no es su cuerpo quien lo lleva únicamente sino el anhelo que palpita vivo dentro de su corazón. Es el sueño de que mañana será un dia mejor. Que mañana habrá esperanza para la humanidad.
El caminante experimentado, aquel que no ha bajado su mirada, solo para evadir las rocas y las trampas del camino, quien se ha trazado una ruta (o las rutas que sean necesarias) para llegar a su destino final. Este caminante, no se rinde tan fácil, lucha hasta el fin.
Amanece de nuevo, luego de dormir bajo el arrullo de la brisa en medio del bosque, bajo el gran árbol que se mece tranquilamente. Algunas hojas caen sobre mi rostro. Me despiertan junto con la luz que atraviesa las copas de los árboles. Los pajarillos madrugaron a buscar su provisión. Yo tan solo me levanto, bebo agua, recojo mi mochila y avanzo por el sendero.
Es otro día.
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