Aún puedes ser feliz...pero no a la manera como algunos te han vendido la idea de felicidad. Porque primero debes preguntarte ¿Qué es la felicidad? ¿Ambición? ¿Satisfacción? ¿Reconocimiento? ¿Dinero? ¿Aceptación? ¿Una vida fácil y sin esfuerzo? ¿Ser el protagonista de una postal paradisiaca? Hay que reorganizar las ideas que se alojan en nuestra cabeza. Tal vez existan sueños arraigados en nuestra mente, que ya caducaron, que no tienen sentido, que fueron heredados, o simplemente eran ajenos y en algún momento los apropiamos como nuestros, pero que hoy día carecen de significado o sentido. Son sueños parásitos, inquilinos ocultos que ya no justifican su permanencia en la bodega de los anhelos que residen en nuestro interior.
¿Qué te hace feliz hoy? Cada día cambiamos. Cada hora envejecemos. Cada minuto estamos evolucionando. No somos los mismos de ayer. ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que necesito? ¿Cuántos anhelos están apoyados en caprichos egoístas? Hemos sentido ese vacío cuando obtenemos algo que quisimos con todas nuestras fuerzas, para descubrir que no era gran cosa. Es porque confundimos los ideales con las idealizaciones. Los anhelos con las obsesiones. Nos comparamos y ahora más que nunca estamos expuestos, y siendo testigos permanentes de lo que sucede, en apariencia, con la vida de los demás. Creemos que debemos llenar una medida. Creemos que no nos podemos quedar atrás.
"Yo también necesito tomarme una selfie con la Torre Eiffel de fondo". Pensamos que es indispensable en nuestro registro fotográfico. ¿Y...a quién le importa? Porque ahora estamos todos conectados con las redes sociales, las cuales, paradójicamente son la mejor apología de la soledad. Deberían llamarse las redes solitarias. Vemos fotos, de personas que nos comparten su felicidad y nos recuerdan que de algún modo, algo nos falta para completar el rompecabezas de la nuestra. Tonterias. ¿Qué te hace feliz? Eres único. No necesitas que una cámara registre tu vida. Como un reality largo, del cual debemos dar registro...¿a quienes? A los otros...los que nos miran desde otra pantalla. ¿Qué mas da?
Aún puedes ser feliz. Y no necesitas comprar fórmulas mágicas al charlatán de turno. ¿Algo te obsesiona? Si algo te obsesiona eso no te hará feliz. Las obsesiones te enferman, te esclavizan, te humillan. Roban lo mejor de tí para un objetivo que al fin de cuentas de deja vacío. Las idealizaciones son espejismos. Son ideas que tu añades a la realidad, para hacerla más aceptable, más llevadera, más placentera. La realidad es a veces, un poco amarga al paladar. La realidad no siempre es algo que todos quieran. Es mas atrayente el engaño. La mentira es como una droga que adormece y esclaviza. Es mas fácil caminar entontecido, embriagado con las falsas ilusiones, que poder caminar con los pies en la fria realidad.
¿Qué quieres comprar con tu dinero? ¿La felicidad? ¿Puedes comprar el amor? Tal vez puedes comprar voluntades. Buenas actuaciones de personas que pueden fingir amarte, pero al fin de cuentas solo será eso: una muy buena actuación. El amor genuino no necesita que le endoses un cheque. El amor verdadero no surge de una transacción comercial. A menos que ese sea tu objetivo en la vida. Al fin de cuentas es tu decisión. Es tu decisión estar embriagado o en las drogas. Es tu decisión ser un promiscuo. Es tu decisión pero no pretendas fingir que eres feliz. Húndete en el fango pero no arrastres a los demás contigo. Aún puedes ser feliz. Ser esclavo no lo es. Porque la felicidad está en ser libre. Algunos dirán: soy libre de escoger ser un esclavo. Sí claro. Es tu decisión. Has escogido ser un infeliz y eso también es respetable.
Para los que sin embargo quieren la felicidad, entonces no corras tan lejos.Como si la felicidad estuviese en un lugar remoto. En realidad, está muy cerca. Aprende a escuchar. Cálmate. No corras ansiosamente. ¿Cuál es la prisa? ¿Necesitas dinero? No dejes que las cifras y las cuentas te hagan perder la percepción de la realidad. Calla por un instante. Hemos idealizado personas, hemos idealizado ideologías. Nos hemos obsesionado con lugares, trabajos, objetivos que hoy ya carecen de sentido alguno. Están vacíos. Se te olvidó lo que te hacía feliz porque perdiste la sensibilidad. ¿Comes a toda prisa? Disfruta ese trozo de comida. No te limites a sobrevivir.
Siente. Siente el agua fría que recorre tu garganta en ese día caluroso. Oye. Oye y escucha a esa persona que quiere contarte algo. Tal vez no sea la mejor historia, pero esfuérzate por prestar atención. Porque tú también puedes hacer feliz a otra persona. Gran parte de nuestras infelicidades están en nuestro egoísmo. Estamos tan obsesionados con nuestra felicidad, que no hacemos felices a nadie. ¿Son parte de una escenografía? ¿Son los extras en la película de nuestra vida? Porque en realidad, al perder la sensibilidad, no reconocemos al que está al lado nuestro. ¿Qué sucede en la vida de ellos? ¿Sufren? ¿Lloran? ¿Rien? ¿Son felices? Cuantas veces tenemos la llave de la felicidad de alguien y preferimos guardarla. Somos infelices porque no ayudamos a otros. Y a veces, se trata de algo sencillo. Un saludo, un abrazo, una sonrisa...hacen la diferencia.
Aún puedes ser feliz y no necesitas tantas cosas. Cuando soltamos nos liberamos de cargas. Mientras menos necesitas, eres menos esclavo. Depender de algo, es llevar una carga a nuestras espaldas. Si sueltas, te liberas, aligeras la carga, el camino se hace llevadero. Si piensas como un necesitado, ese será tu derrotero: la mentalidad del mendigo. Si piensas como una persona dadivosa, que no tiene apegos, entonces tu destino será cada vez más asombroso. Serás indispensable, serás un ser humano valioso, alguien necesario en este mundo atribulado. No necesitas ser otra persona, sé tu mismo. Hoy calla y escucha el silencio. Busca las respuestas en tu interior. ¿A qué estas aferrado? Si agarras con tanta fuerza aquello que crees te hace feliz, demuestras que no confías. Que estás atemorizado. Te aferras con tanta fuerza a la vida, y la vida misma algún día te dejará ir. Entonces reconoce con humildad que no puedes. Que no puedes prolongar tu vida ni un solo segundo. Que tus días están contados. Y no como una sentencia, sino como un acto de realidad, de sencillez.
¿Preocupado? ¿Para qué? La tierra no deja de girar. Los aviones no se sostienen por la preocupación de sus pasajeros. Hay principios que rigen el universo. Y la preocupación no hace parte de las leyes de la física ni la química. En conclusión no sirve de nada. Decide entonces ser feliz, responsablemente feliz. Irresistiblemente feliz, aunque alguno que otro amargado no resista ver tu sonrisa. No hagas cara de amargado, para encajar entre los amargados. No opaques tu rostro, cuando el día esté opacado. La lluvia no tiene porque doblegar tu felicidad. Entonces, canta bajo la lluvia.
¿Es fácil? No. Y así es mejor. Porque aquello que representa esfuerzo al final te da un sentido de logro. Hay muchos infelices que lo son, porque su vida no ha tenido desafío alguno. Muchos niños, que lo han tenido todo, a quienes no les negaron ningún capricho, son los futuros infelices, vaciós, frustrados del mañana, porque su vida careció de retos, de aventuras, de algo que les diera una razón de ser. No busques la felicidad en la frivolidad del facilismo. Es algo que al final te llenará de tedio e insatisfacción.
Entretenimiento no es felicidad, es distracción. Es postergar un poco la realidad. No está mal un poco de entretenimiento, pero para algunos es una enfermiza obsesión. Como una droga. Adictos por el entretenimiento. Distraídos. Solo postergamos nuestro propósito. Puedes divertirte, pero se te puede pasar la vida entera entretenido, distraído, viviendo una vida inútil.
Tu decides lo que quieres hacer, aún puedes ser feliz. O si lo prefieres, dejarte arrastrar por la infelicidad. Y la infelicidad no requiere esfuerzo alguno, solo es dejarte llevar por la corriente. Es no esforzarte, es querer ser del montón. Es conformarse y resignarse.
Hoy decide esforzarte por ser feliz. Claro está, si tu así lo has decidido. Un paso a la vez. Siendo sensible a las palabras que te pueden levantar y omitiendo aquellas que son tan solo basura. Porque las buenas palabras te puede reconfortar. Los buenos libros te ayudan a elevar tu espíritu. Las buenas conversaciones estimulan tu mente, tu intelecto, tu alma. Los chismes y las quejas solo ensombrecen tu carácter, te amargan el día. Rodéate de buenos libros, pero también de buenos amigos. Son ellos los que pelean contigo la batalla. Los que te ayudan a caminar cuando estás extenuado. Rodéate de palabras positivas, amigos valiosos y libros buenos. Desecha aquello que no te sirve. Aprende a distinguir la basura de los tesoros.
La oportunidad llama a tu puerta. Hoy es un nuevo día. No sabes si mañana estarás con vida. Pero hoy, te digo, que vale la pena intentarlo. Una vez más. Otro respiro más. Otro pensamiento que te llevará a tu meta.
Amigo, amiga: no se si algún día logres tus objetivos, no sé si algún día conquistes tus sueños. Pero por lo menos déjame saber que lo intentaste, que diste lo mejor, que diste todo el esfuerzo y que no te guardaste nada, que no desperdiciaste energía que luego ya no puedes recuperar. Que lo intentaste y corriste tu propia carrera.Que superaste tu propia marca. Tu conciencia limpia, tranquila, llena de paz, podrá decir: lo intenté y lo logré. No por los resultados solamente, sino por aquella persona que hiciste de ti misma por haberlo intentado. Te darás cuenta que habrá valido la pena. Entonces la felicidad te abrumará y podrás descansar de tu largo camino.
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