El tiempo pasa y todo cambia, nada permanece igual. A veces quisieramos
retener vivencias, personas, circunstancias, pero somos tan solo
testigos silenciosos del transcurso de
los días. Anochece y amanece de nuevo. Nuestro calendario suma días sin
pedirte permiso. Somos como aves migratorias buscando un norte, un
sentido, una corriente de aire, una señal en el cielo que nos muestre el
rumbo. Somos poetas pescadores, esperando atrapar un pensamiento, que
nos inspire. Somos pintores, que tomamos el pincel para plasmar en el
lienzo de la vida, colores y formas, diferentes, que nos hagan soñar
con la esperanza, que nos permitan visualizar un mundo nuevo.
Somos
artesanos, alfareros, queriendo moldear el barro de nuestra existencia,
efímera, con asperezas en el alma, las huellas del dolor , fieles
cicatrices de nuestro paso por esta tierra.
Lágrimas y risas, placer
y dolor, amargura y consuelo, ingredientes que nos recuerdan que aún
seguimos con vida. No se trata de tener, se trata de ser, de sabernos
vivos.
Miro el espejo, mi cuerpo cambia, mi rostro no es el mismo, pero mi mente sigue presente, aprendiendo, soñando.
Somos águilas, que elevan su cuerpo en el firmamento, que ven el futuro con mayor agudeza.
Somos hombres, sentimos, amamos, nos cansamos. }
El tiempo pasa, sin preguntarnos si puede seguir su marcha. No necesita
pedirnos permiso. Nosotros somos solo caminantes, que tuvieron el
privilegio de conocer este universo, ver las estrellas, sentir el frío,
saborear un rico postre.
El tiempo se burla, irreverente, de la
codicia, del jactancioso, del que se ufana en sus bienes materiales, del
que se cree suficiente por sus conocimientos. El tiempo se mofa, a
carcajadas, del que se amarga por lo que no puede cambiar, de aquel que
en necedad, cree tener el control de las cosas.
Solo somos humildes testigos, polvo en el viento, rocío de la mañana, somos cenizas y somos fuego.
¿Late mi corazón? ¿Siento? ¿Veo? ¿Huelo? ¿Tengo sed? Estoy vivo. Entonces tengo más oportunidades que todos los muertos.
No lo percibo, no estoy conciente, de este privilegio. ¿Merecido? Tal
vez no. Pero otro día más, el de arriba me ha concedido vivir. Otro día
mas, no quiero que pase en vano.
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